With You...{ Syracuse }

Había salído un poco de mi casa para ir a caminar y visitar un poco los acantillados cubierto de hielo y los lobos solitários que por ahí se encontrabán buscánco alimientos para sobrevivir en esta nación que era su casa.
Un grupo de lobos con pelajé blanca se acercarón a mí y yo me arrodillé para receberlos en mis brazos. Abracé aquellos lobos y los acaricié con ternura ríendo por las tonterías que hacía conmigo.
Desde que mi madre murió en una lucha ccon la nación del fuego que mi vida era más solitária y solo me dedicaba a cuidar de mi padre y de mi hermano Soya.

Y creo que me identificaba un poco con aquellos lobos, porque eran solitários y pos muchos otros motivos.
Me levanté y caminé con los lobos un poco hasta que de repente doy por mí chocando con alguén y me caigo al suelo de culo.
Miré el hombre con quien había chocado y lo miré a los ojos.

-Oh...perdona Syracuse, estaba distraída - dije disculpándome mientras los lobitos gruñian a Syracuse y se rozabán e mí. Acaricie la cabeza de cada uno tranquilizándo a aquellos animales y sonreí a Syracuse.

-Que haces por aquí ? no estabas enseñando a los demás como controlar el elemento água ? - le pregunté levantándome para quedar a su altura.

El polo norte...ah, qué lugar tan fantástico. Mucho más amplio y avanzado que su viejo hogar, al cual volvería con premura luego de entrenar a algunos muchachos por un par de días. Había traido a su hijo con él, sabía que el muchacho no la pasaba del todo bien entre tanto hielo siendo maestro tierra, pero era lo mejor que podía hacer y sabía que lo comprendería. Al fin y al cabo era el niño más inteligente que haya visto en su vida. Heredado de su madre, por supuesto. Caminaba apresuradamente hacia las zonas de entrenamiento, llegando bastante temprano pero siempre le habia gustado llegar antes que los alumnos para ser más profesional. Fue entonces cuando chocó violentamente contra alguien, logrando que se cayera al suelo, nada más y nada menos que Nina, una pequeña amigable que se había ganado su simpatía, le tendió la mano para ayudarla a levantarse mientras se disculpaba una y mil veces, las palabras se entremezclaban con las de ella y todo terminaba en un gran enredo que le hacia reír.
-En camino estaba, no podía dejarte tirada en el suelo, pequeña-sonrió cortesmente, mirando a los animales que cernían paso a su alrededor. No le temía a los lobos, habia enfrentado demasiadas cosas en su vida como para hacerlo, por lo que no se distrajo con la presencia de los animales. Sólo la miró, curioso, ladeando la cabeza antes de seguir hablando -. Entonces, ¿Cómo se encuentra usted?