Mental Games (?) | Lagen

Su rutina regresó de una forma u otra, completamente ajena a los sucesos que había presenciado. A pesar de que ahora sabía que Lagen era un maestro agua, Akemi no cambió su forma de ser con él o la dinámica que ambos tenían. Quizás, sí se atrevía a pensarlo, había notado que ahora se trataban con una cierta familiaridad, producto de una nueva confianza en ambos, pero ella no lo consideraba malo debido a las circunstancias. Tenía que meditarlo con calma, pero podría ser que aquello le pudiese ayudar respecto a su hermano, sin embargo, aún no había tomado valor para contárselo a su guardaespaldas.

Las fiestas de gala y sociedad eran algo común para ella. Diplomáticos con sus esposas, gobernadores, el alcaide de la Roca Ardiente con su sobrino y futuro sucesor. El señor del fuego hacía esas fiestas por dos razones: Le encantaba presumir lo que poseía y de esa manera podía controlar que tanto avanzaban sus planes de conquista. Por supuesto, Houka se encontraba entre los asistentes, para no variar, acompañándola en su faceta de prometido. Ella lo miraba resignada, pero no podía evitar sonreír de medio lado al recordar como lo había sacado de su habitación, sin embargo, no era algo que iba a recordarle. Lo más probable fuese que tomase represalias con Lagen por no poder hacerlo con ella.

Akemi suspiró y alargó el brazo hacia adelante, solo para que un abanico con incrustaciones de rubí, fuese depositado en su mano. Ella miró a una de sus damas de compañía, encargadas en cerciorarse que ella estuviese cómoda y más que nada, evitar que se aburriera en esos eventos. Le dio las gracias, antes de abrirlo y comenzar a abanicarse ligeramente. Su mirada revoloteó en el lugar antes de reparar en su guardaespaldas, que no se encontraba lejos de ella. Tampoco podía alejarse tanto, ya que de nada serviría en caso de que a ella le pasase algo. La princesa alzó la ceja al notar que una de sus doncellas se acercaba a él a hablarle y reírse. La princesa solo giró la cabeza, irritada. No tenía ni diez minutos ahí y ya se quería largar.

Aburrido. Esa era la única palabra que describía como me sentía en aquel evento, y posiblemente en todos los eventos previos y por venir. Me encontraba de brazos cruzados resistiendo las ganas de irme a apoyar a la pared y morirme del aburrimiento pero al menos estando cómodo. No solíamos tener eventos como este, ni similares, de donde yo venía, las razones eran muchas. Y lo agradecía, realmente agradecía que estos eventos no se dieran de esta forma en lo que yo había frecuentado. De haber sido de otra forma seguramente hubiese muerto de aburrimiento antes de completar mi entrenamiento.

Observaba a Akemi desde donde estaba, no era raro que la estuviese observando, después de todo mi trabajo era cuidarla. Pero, habían momentos donde me descubría observándola solo porque si, o sonriéndole después de eso. Largué un suspiro y tallé mis ojos con una de mis manos. Había algo que no me estaba dejando dormir bien, quizás la paranoia de que me descubriesen aunque fuese cuidadoso, o quizás era otra cosa la cual aún no identificaba. Una voz familiar me hizo alzar la mirada con un “Se ve que te estas divirtiendo” Reí por lo bajo para no llamar la atención –Si, ya sabes, mi actividad favorita es quedarme de pie por horas en lo que las personas fingen que comen y hablan de cosas interesantes solté no filtrando el fastidio que estos eventos me causaban. Por un momento me preocupé de la reacción que ella tuviese pero al ver que reía por mi respuesta me relajé un poco. “Lo que toda persona sueña” completó siguiendo la broma. Me reí con ella.

Alcé la mirada a donde se encontraba Akemi, la seriedad en su rostro me hizo ponerle una cara sería para molestarla con el hecho de haberme percatado de su estado de ánimo en aquel momento el cual atribuí a estar al lado de Houka Hideki. Un pequeño toquecito en mi brazo me hizo voltear a ver de nuevo para encontrarme con la chica sonriendo de nuevo aparentemente me había hablado – Lo siento, no te escuche – Ella solo rio de nuevo y bajó la cabeza “¿Te llamas Lagen no? Asentí. – ¿Y tú? Asumo no es doncella número tres

El abanico se cerró en su mano con molestia, algo que la doncella que se encontraba cerca de ella notó. - Princesa, ¿Se encuentra bien? - Como respuesta, la pelirroja solo hizo un mohín. - Me gustaría tomar algo si no es mucha molestia. - pidió y pronto esta se alejó para cumplir con su petición. Fue en ese momento que Akemi se permitió volver a mirar al castaño maestro agua. De su boca salió un sonido de indignación al verlo tan entretenido con una de sus doncellas, como si estuviese disfrutando de la fiesta al igual que el resto de los invitados. ¿Quién se creía? Para empezar estaba ahí para cumplir un trabajo encomendado y para terminar parecía que no lo estaba ejecutando de la mejor manera. ¿Qué tal si algo le pasaba a ella? ¿Qué tal si alguien entraba en un intento de secuestrarla? Claro, seguramente si lograrían su cometido a diferencia de la vez anterior, ya que toda la atención de Lagen estaba en otro lado. Menudo guardaespaldas.

Sopló por la nariz, pero en vez de aíre, un ligero vapor comenzó a salir por sus fosas nasales, sinónimo de que su molestia había comenzado a exteriorizarse. Esa era una de las desventajas de poder manipular el fuego. - ¿Qué sucede? - escuchó que le preguntasen y como guinda en el pastel, identificó aquella voz como la de su prometido. Al parecer había terminado de saludar a sus allegados y había regresado junto con ella. - Nada, es sólo que la esposa del almirante Shoji cree que no nos damos cuenta que su vestido no es de seda real sino una burda imitación barata. - mintió. Houka se rió de manera burlona y ella simplemente le regaló una sonrisa de medio lado. - Eso se gana el almirante después de perder un buque de batalla cerca de la tribu norte del agua. - Houka tomó un trago de la copa que llevaba en el mano sin dejar de observar a la pareja que había comenzado a criticar. - Por supuesto, no todos pueden ser tan buenos en su campo como yo lo soy. - dijo sin perder la ocasión de presumir sus propias hazañas.

Akemi se contuvo todas las ganas de rodar los ojos. En vez de eso sonrió de manera condescendiente, como si estuviese de acuerdo. Ya sabía que podía hacer para que su guardaespaldas comenzara a hacer su trabajo. - Claro, todos sabemos que eres el mejor comandante y guerrero aquí. - dijo, subiendo la voz adrede. - ¿Quién podría ganarte? - preguntó de manera retórica y entrando en su papel de prometida enamorada. Cosa que no era para nada.

El nombre de la doncella sonó en segundo plano. Mi oído lo había captado, pero mi mente no lo había terminado de procesar. Ni siquiera la estaba viendo ya a ella. Había captado la voz de Akemi desde donde estaba, y no solo eso. Había sido su voz, una que me sería fácil de reconocer en cualquier circunstancia, sumada al mensaje que había transmitido. Mi puño se había cerrado con una fuerza inesperada al escuchar que le preguntaba quién podría ganarle. Yo podría, yo podría destrozarlo en cualquier momento. Mi fastidio aumentó por mil cuando Houka río diciendo que nadie podría hacerlo. Imbécil. La caída le dolería muchísimo. –“¿Estas bien?”- mi mirada regresó a la chica con la que había estado hablando segundos atrás y asentí con la cabeza – Si, estoy bien-

Le sonreí intentando fingir que no acababa de enojarme de más. - ¿Akiko? Lindo nombre, te va. dije apoyando el brazo en la pared hablando con ella. Dando la impresión de que estaba completamente viendo al costado donde ella se encontraba y no al frente como hace unos segundos. Aunque claro, era solo una ilusión, seguía estando pendiente de Akemi, pero por alguna razón, aun siendo mi trabajo, no quería que pensara que la estaba viendo realmente. – Y dime Akiko ¿Cómo te sabes mi nombre? ¿Estabas muy pendiente de mí? alcé y baje las cejas por molestarla un poco. El rostro de Akiko se encendió casi tanto como el cabello de Akemi. “No, es que, todas se lo saben, es que siempre estas con la princesa, yo “soltó de forma acelerada empeorando la expresión de su rostro. Reí bajando la cara antes de voltear a ver a donde se encontraba Akemi.  Esperaba que hubiese visto eso.

Uno de los encargados de llevar comida a través del banquete comenzó a pasar cerca de donde estábamos. De forma rápida justo cuando había terminado de pasar frente a nosotros estiré los brazos tomando dos de los aperitivos que llevaba con él, jalándolos hacía mi sin que lo notara. Estiré la mano entregándole uno a Akiko y luego lleve el dedo índice frente a mis labios indicándole que no revelara lo que había pasado. Ella río y comenzó a comerse lo que le había pasado, segundos antes de que yo hundiera mi dedo en la crema de lo que habían llevado tocando luego su nariz por joderla. Luego me comí el mío desapareciendo la evidencia.

Houka se notaba bastante satisfecho, para nada sospechoso sobre el repentino cambio de actitud de la pelirroja. Lo que más le gustaba era que la gente lo halagara y sí era en público mucho mejor. Akemi dio unos cuantos pasos hacia un costado, provocando que el maestro fuego quedara justo en la misma dirección en la que se encontraba Lagen. De esa manera podría observar lo que hacía sin necesidad de ser tan obvia y él ni cuenta se daría al tenerlo a sus espaldas. -Nadie, por eso el señor del fuego confía en mi plenamente. - presumió. ¿Qué tan cierto era eso? Akemi lo dudaba, sabía que su padre no confiaba ciegamente en nadie más que en sí mismo, pero en vez de replicar, asintió con una sonrisa coqueta. Houka comenzó a platicar sobre una misión importante, pero en vez de escucharlo, ella enfocó la vista en lo que pasaba a sus espaldas, justo para observar el rostro enrojecido de la doncella y a Lagen riéndose.

La pelirroja sintió que la mandíbula se le tensaba. Su mirada se volvió a posar en Houka que ni en cuenta que ella estaba haciendo de todo menos escuchándolo. Dudó por un momento en sí regresar de nueva cuenta la vista hacia Lagen, pero antes de que pudiese reprenderse mentalmente para no ceder a ese impulso, volvió a mirarlo. Un camarero pasó. Un robo de unos cuantos aperitivos y... el abanico en su mano tronó sin hacer mucho ruido. Akemi sonrió ampliamente, como si las astillas de este no estuviesen clavándose en las palmas de su mano y regresó la mirada a Houka que ya estaba a punto de terminar con su historia. - ... Era obvio que ganaríamos, ¿No lo crees? - Ella asintió, ignorante completamente de lo que había contado, pero su respuesta había sido la indicada aparentemente. - Discúlpame un momento, iré al tocador. - se excusó. Él se encogió de hombros, pero Akemi pronto se acercó a la doncella cerca de ella y le entregó los pedazos del abanico rotos. - Ahora regreso. Iré sola. - le murmuró ignorando la mirada interrogante de la muchacha por el abanico.

Akemi se alejó hacia la puerta, levantando con suavidad la falda del vestido para caminar mucho más rápido. Esta se abrió y ella salió, dejando atrás la fiesta. Apuró el paso ya viéndose libre de las miradas inquisidoras de los nobles que habían asistido y recorriendo los pasillos con rapidez. Pronto llegó a una sala de té que sabía jamás se usaba. En vez de detenerse a respirar como había planeado en un principio, recorrió la sala de un lado al otro, como un león enjaulado. ¿Por qué estaba tan molesta? Su ceño se fruncía cada vez más y a juzgar por su vista levemente nublada, el vapor había comenzado a emanar de nueva cuenta por su nariz. Sacudió el aíre frente a ella con una manotazo, solo para recordar la risa de la estúpida doncella y comenzar a sentir que le hervía la sangre. Gruñó, antes de que el instinto la superara y lanzar una llamarada a una maceta. Super buena la compañía. Todos eran unos incompetentes que no hacían el trabajo que tenían que hacer. ¿Querían fraternizar? Bien, podían hacerlo en su tiempo libre, no en una fiesta a la que jamás habían sido invitados en primer lugar. Su deber era estar con ella y protegerla. Cosa que no se encontraban haciendo, sino coqueteando, pensó haciendo un gesto de asco. En ese momento entornó los ojos. ¿Además que tenía de especial? Era una vil doncella, una plebeya a su servicio. Sí eso era lo que a Lagen le gustaba, que buenas aspiraciones tenía. O sea, comparada con ella que era una princesa, ni siquiera le rozaba los tobillos. - Como comparar una piedra con un diamante. - masculló antes de detenerse en seco. ¿Pero qué carajo? ¿De dónde había venido eso?

Era algo horrible ¿No? Pero sin haberlo admitido antes al voltear a ver que se encontraba haciendo Akemi y sonreír satisfechamente después de regresar la mirada enfrente donde no podía percatarse de esto (o eso creía) me di cuenta de lo que estaba haciendo. Estaba usando a la doncella de Akemi ¿Para qué? ¿Para vengarme? Había visto la forma en la que le había hablado a Houka, la forma en la que le seguía sonriendo y lo único en lo que había pensado era en regresársela inmediatamente pero ¿Regresarle qué? ¿Para qué? ¿Qué estaba buscando? Continué con las bromas por unos segundo más, siempre observando hacía donde se encontraba Akemi en cada segundo que podía.

Movimiento. Noté de inmediato cuando Akemi comenzó a abandonar la sala –Discúlpame – dije excusándome antes de comenzar a seguirla. Sin preguntas sobre a donde iba. Después de todo era de esperarse, era mi trabajo. Solo estaba haciendo mi trabajo ¿No? Pero un momento. Ese era parte de mi trabajo, cuidarla en el fondo no era la razón por la que estaba allí. Yo no pertenecía realmente allí. Todo era parte de un plan elaborada. Un plan que segundos atrás parecía haber olvidado por completo. Y no, no por Akiko.

Sin perderle la pista llegué hasta la sala de té donde ella había entrado previamente. - ¿Se acabó la fiesta tan rápido princesa? pregunté antes de notar la planta quemada en aquella maceta. Me acerqué a donde esta se encontraba dándole un pequeño toque antes de que se volviese cenizas. - ¿Qué te hizo la planta? – pregunté volteando a verla. – Creí que la estabas pasando bien – la última oración salió con algo de veneno involuntario. Cierto odio ante el recuerdo de la forma en la que le había sonreído al imbécil de Houka. Aclaré mi garganta esperando que no hubiese notado eso. Las oraciones anteriores habían sido parte normal de como solía interactuar con ella cuando solía ponerse en ese plan usual de princesa. Lo otro había sido algo diferente ¿Reclamo? Noooo ¿Cómo iba a ser eso?

La voz de Lagen la hizo dar un respingo, demasiado intrigada por los pensamientos que había estado teniendo que no se había percatado que él la había seguido y había entrado a la sala de té. Por un momento dudó sobre sí él había escuchado lo que había brotado de su boca momentos antes, pero en vez de eso un par de preguntas llegaron a sus oídos. Akemi alzó las cejas e hizo un sonido de incredulidad. Sí tan solo hubiese estado consciente de lo que estaba escuchando y completamente serena, quizás hubiese notado el tono de reclamo en la voz del muchacho, pero ese no era el caso. Con los sentimientos completamente a flor de pie, no se tomó el tiempo de meditar sus palabras o pensar porque las decía en un principio. - No, a diferencia de otros no me la estaba pasando tan bien. - era obvio que aquello lo decía por él, sino quien más. - Aunque sí lo dices por Houka, te presento el término, se le llama actuación. - añadió con sarcasmo envolviendo sus palabras.

- Francamente me sorprende que te hayas fijado en lo que yo hacía, ya que veía que estabas bastante ocupado haciendo otras cosas. - ¿Ahora ella era la que estaba reclamando? Se maldijo mentalmente al notar que había revelado que había estado pendiente de lo que se encontraba haciendo, quizás pudiese reparar aquello, metiendo un poco la preocupación por su propio bienestar. - Sabes, vas a ganarte un despido si no haces bien tu trabajo, así que te sugiero que en vez de estar enamorando a mis doncellas, hagas lo que tienes que hacer que es cuidarme. - Eso había sonado mejor en su cabeza.

Aquellos segundos fue una mezcla de diferentes emociones. Una era la extraña sensación de satisfacción que surgió en mi al saber que tal y como había querido, ella había notado lo que hacía, al igual que yo había notado cada segundo de cómo le sonreía a Houka y lo que le decía. La otra emoción era enojo. Demasiado enojo por sus comentarios. Era una fortuna que en lugar de ser maestro fuego fuese maestro agua. Eso por muchas razones, pero en aquel momento era que el enojo que sentía ese momento no se vería reflejado tan marcado. Respiré profundo al escucharla intentando no hablar de más. Enserio respiré profundo, seguramente incluso Akemi me había escuchado hacerlo justo después de que ella había terminado de hablar. Pero lo cierto es que no sirvió absolutamente para nada. La idea era evitar decir alguna estupidez, pero esta brotó de mis labios de igual manera. –Disculpa princesita, pero con lo imprudente y distraída que sueles ser es más que obvio que hago bien mi trabajo solté sin pensar que estaba ofendiendo a la realeza. Pero era cierto, Akemi a pesar de tener la gracia de una princesa que debía tener, en ocasiones habías más de algún incidente.

Me crucé de brazos observándola después de decir eso. Unos milisegundos de cordura me habían dicho “para” pero en ese momento no estaba pensando fríamente como debía hacerlo. No estaba pensando fríamente desde hace minutos atrás ¿Minutos? Horas. Días. No estaba pensando bien desde antes de revelar que era maestro agua. – Además, parecía que estabas muy bien cuidada ¿No? Con el mejor comandante y guerrero a quien nadie le gana ¿Para qué me necesitarías si estas con él? Aquello si, sonaba completamente como reclamo. Con lo mucho que había odiado verla con él de aquella forma – Y no, creo que quien coqueteaba no era yo, en todo caso, tú comenzaste ¿Qué demonios Lagen? ¿Por qué?

Apretó ambas manos de lo molesta que estaba. ¿A qué mierda se refería con eso? No era su culpa ser torpe algunas veces. - Déjame decirte que el noventa por ciento de las veces que me salvas es porque yo hago las cosas adrede para ver sí en verdad estás tan pendiente como dices estar. - mintió para salvar la poca dignidad que le quedaba al tener que rebajarse a ello. - Además no te vayas a cansar mucho sosteniéndome si me tropiezo o algo, al menos estoy haciendo que los supuestos músculos que tienes trabajen. - Tenía que detenerse, en serio, tenía que hacerlo. Podría ser tan fácil cerrar la boca, salir y regresar sin tener que discutir con él...

Pero simplemente no podía. A cada oración que él le lanzaba, ella ya tenía lista una respuesta. Ahora sí fue el momento de poner los ojos en blanco como había querido hacer toda la noche. - Te lo voy a repetir de nueva cuenta porque no te entro en la cabeza. Actuación. Ac-tu-a-ción. - dijo separando cada una de las sílabas de la palabra con lentitud. - Perdona por tener que meterme en mi papel, aunque gracias, me halaga mucho el hecho que hayas pensado que era verdad, eso quiere decir que no hago tan mal trabajo. - dijo de manera vanidosa. Akemi lo miró por un segundo antes de caer en cuenta de algo. - Un momento, ¿A qué te refieres con que yo comencé? - preguntó con molestia. - ¿En serio? Podría haber estado al otro lado del maldito salón y aún así podría haber visto la cara de la chica. Sabes, llama muchísimo la atención alguien con el rostro del color un tomate, especialmente con una risita tan estúpida. "Ay Lagen, no sigas, no me sigas diciendo esas cosas, mira como me apeno y me río de todo lo que dices". - se mofó colocando las manos en ambas mejillas de manera inocente.

Solté una risotada cuando ella dijo que lo hacía adrede. Ambos sabíamos que eso no era cierto, y no iba a perder la oportunidad de demostrar lo mucho que no le creía aquella mala excusa. Pero algo se prendió aún más dentro de mí. Aquella sensación creciente que había estado teniendo se había acumulado en aquel momento y estaba lista para estallar definitivamente. Especialmente después de lo último que ella dijo, lo cual podía identificar ahora si, como un reclamo. Un reclamo por lo que había estado haciendo. Y eso hizo que mi pensamiento racional se terminara de nublar por completo como si un interruptor acabase de ser presionado. – Veo que estabas poniendo mucha atención a lo que hacía ¿No? Creía que el de trabajo de cuidar al otro era yo- dije soltando para presionarle todos los botones posibles en aquel momento.

Me acerqué a ella mientras hablaba. Observándola de forma retadora. – Y vaya, que considerada eres queriendo darme más trabajo ¿No? Es como si no pasara todo el día viéndote para saber que es accidental ¿O quieres que te preste más atención? ¿Era solo por molestarla que lo decía? ¿O quería saber la respuesta? O quizás no solo quería saber la respuesta. Sabía cuál era la respuesta que quería. Aunque no la fuese a escuchar realmente – Pero veo que no pusiste atención realmente. Porque si realmente hubieses prestado atención quizás te hubieses dado cuenta que te estaba observando a ti con Houka ¿No crees? [b] ¿Cómo mas iba a saber lo que había dicho? ¿Cómo más iba a saber cómo lo miraba? –[b] ¿Por qué te molesta tanto? – pregunté sonriéndole al final de la pregunta. Aquella sonrisa que haces cuando logras presumir algo que has logrado. Pues eso era justo lo que había estado buscando.

Uh-uh. Akemi sentía que poco a poco comenzaba a arrinconarla y pronto la dejaría sin escapatoria. Seguía con el entrecejo fruncido, pero los engranes de su mente daban vueltas sin parar, tratando de pensar en una respuesta lo suficientemente convincente. No la había. Él se acercó a ella, quizás de manera inconsciente, pero lo que a la pelirroja le llegó, fue el recuerdo de la ocasión en su habitación, aquella cuando el muchacho había recibido una bola fuego que lo había herido en el rostro. Lo que había ocurrido con Houka había acaparado totalmente su atención, pero no solo eso había sucedido. A solas y con él, recordaba que de no haber sido interrumpidos algo más hubiese ocurrido entre ellos. - Yo... - balbuceó. ¿Ella qué? ¿Sí? ¿Quería decirle que sí? Akemi tragó, sintiendo la boca demasiado seca. Estaba acostumbrada a tener la atención de la gente y aquello poco podría importarle, pero ¿Por qué le importaba tanto que él estuviese tan pendiente de ella?

Pero él no se detenía y Lagen había admitido que la había estado observando, como ella había querido en un principio y al parecer logrado. Aquello la hizo sentir una pizca de satisfacción, que pronto se vio eclipsada por su pregunta. Todavía tenía el descaro de preguntarle que si le molestaba lo que había visto. Eso la encendió y sin evitarlo, dio un pisotón.- Porque eres mí guardaespaldas. - le lanzó con un tono posesivo. - Tú deber es estar conmigo nada más, no puedes... - ¿Tener vida propia? ¿Salir con chicas? ¿Coquetearles en su presencia? Akemi se paró en seco, reaccionando a lo que estaba a punto de decirle. Apretó los labios, como si aquello pudiese contener sus palabras. - Hay que regresar. - anunció en un tono controlado y sin mirarlo. Tenía que alejarse de él antes de que hiciese algo de lo que se arrepintiera más tarde. O quizás no.

Guardé la respiración por unos segundos mientras estaba a la expectativa de lo que diría. Observándola fijamente hasta que soltó el que era su guardaespaldas. Solté el aire que había estado conteniendo dejándolo salir como un suspiro. En ese momento pensé que definitivamente eso sería lo más que escucharía aquella noche. Que definitivamente no saldrías más de ella. Pero lo siguiente que soltó hizo que mi cerebro comenzara a correr y examinara de nuevo sus palabras bajo una luz diferente. Había algo en aquello, y parecía que lo que terminaba la oración que ella no había terminado de decir tenía la clave. Debía averiguar como terminaba aquella oración a medias. Pero parecía que ella quería salir ya de allí.

La observé inquisitivamente aunque ella no me estuviese viendo de regreso. No, no me iba a ir sin intentar una última vez ¿Qué? ¿Qué estaba intentando? ¿Qué estaba haciendo? Tenía que saber que era lo que me estaba haciendo comportarme así. Tenía que saber que era lo que pasaba realmente. Tomando el último atrevimiento llevé mi mano a su barbilla por unos segundos para hacer que me volteara a ver a pesar de su intención de ignorarme. -¿No puedo qué? ¿Qué no terminas de decir? dije dejándole libre la opción de desviar la mirada de nuevo si quería ignorar la pregunta.

No le dio tiempo siquiera de comenzar a caminar hacia la puerta cuando él la detuvo. Su mano se posó en su barbilla, alzándola hacia él, pero ella no se atrevió a mirarlo de vuelta. Podría haberle dicho muchas cosas. Podría haberlo regañado, molestado, incluso podría haberse safado con un solo movimiento, pero en vez de eso sus ojos se movieron del suelo hacia el frente, encarándolo por fin. Observó sus ojos por un breve segundo, pero su propia mirada cayó a los labios del maestro agua frente a ella. De nueva cuenta, el recuerdo regresó, más fuerte, más vívido que la vez anterior, provocando que su pulso comenzara a acelerarse.

Akemi estaba acostumbrada a obtener lo que quería. Joyas. Vestidos. Favores. No había nada que no le pudiesen dar. Sólo tenía que pedirlo y pronto estaría frente a ella. Jamás se había encontrado con algo que no pudiese tener, mucho menos prohibido. Y aún así estaba Lagen frente a ella. No sólo era maestro agua, convirtiéndolo de esa manera en su enemigo declarado, sino que además era su guardaespaldas, un sirviente que trabajaba para ella. Prácticamente tenía todo en contra y aun así, ella lo quería.

No le respondió, en vez de eso, sus manos se alzaron hacia él, apoyándose en sus hombros. Fue rápido y fluido. Ella sólo se acercó a él, cortando aún más la distancia que el muchacho ya había recorrido entre ellos. Su rostro estaba inclinado hacia ella de manera conveniente, por lo que Akemi sólo necesitó alzar un poco más el rostro hacia él, antes de chocar sus labios contra los ajenos. Sí había querido una respuesta, ahí la tenía.

Fueron segundos breves que se alargaron. Es lo que suele pasar cuando esperas algo que parece que no llegara, el tiempo se alarga. Especialmente en este caso que pensaba que la respuesta no llegaría, y que posiblemente no había realmente una respuesta de fondo pero ¿Cómo saberlo? Ni siquiera sabía realmente que hacía, que esperaba, la razón por la cual hacía realmente esto. Hasta que contrario a lo que pensaba, mi pregunta fue respondida, de una forma inesperada. Una sorpresa demasiado agradable, la cual no iba, no podía y no quería dejar pasar. Aunque debería haberlo hecho.

La voz de la consciencia prácticamente inexistente sonaba lo suficientemente lejos como para ignorarla. Mis brazos la rodearon de la cintura en automático pegándola más a mí, manteniendo el contacto de mis labios con los suyos. Comencé besándola lento, pero poco a poco comencé a aumentar la intensidad del beso apegándola a mí. La pequeña voz en mi cabeza logró al menos recordarme de la puerta abierta del salón, salón que no era usado pero que si la buscaban podrían dar con nosotros. Pero no fue suficiente para separarme de ella. Solo fue lo suficiente para pensar cambiar de lugar dando pasos al frente llevándola conmigo. Recordaba el punto de la habitación donde estábamos, y usando esto a mi favor nos dirigí hasta topar mis brazos en la pared que quedó detrás de ella. Saliendo de la visión de la puerta y claro, aprovechando tenerla más cerca.

Continúe besándola, sin tener una verdadera intención de parar, hasta que aterricé de golpe. Embriagado totalmente por el roce de sus labios con los míos no había caído realmente en cuenta de lo que pasaba. De lo que todo esto realmente conllevaba. De que la situación no era simple. De que yo no debería estar haciendo eso, ya fuera por las razones de una vida o la otra, ninguna aprobaría esto. Me detuve por unos segundos, cayendo en cuenta de lo mucho que estaba poniendo en riesgo en ese momento, de lo mucho que algo como esto podía afectar todo. –No deberíamos dije en voz alta como si eso fuera a ser suficiente para convencerme a mí pero no lo fue realmente. Pues al segundo de haber dicho esto busqué terminar besándola de nuevo.

Sí acaso Akemi había pensado que entre los dos, él sería el que detuviese aquella situación, podría declararse completamente equivocada de una vez. Sus brazos la rodearon y al sentirlo aún más cerca de ella, la pelirroja sólo atinó a ladear el rostro, profundizando el beso que había aumentado de intensidad gracias a él. Caminó hacia atrás, ayudada por el muchacho y completamente cegada por todo lo que estaba pasando entre ellos. Su espalda chocó contra una pared, pero poco le importaba para ese momento. Sólo quería más de él.

Él se separó, sólo para exteriorizar lo que ella también pensaba. No deberían, definitivamente y aún así, él regreso a apoderarse de sus labios, como si lo que hubiese dicho momentos antes se hubiese borrado de su mente. Sus manos se deslizaron desde sus hombros hasta su nuca, sólo para enredar los dedos en el cabello del muchacho y acercarlo aún más, si es que era humanamente posible. Lo único que se escuchaba en aquella sala de té eran sus respiraciones y sus labios conociéndose a conciencia. Los reclamos se encontraban en una parte muy lejana, como si no hubiesen sucedido, pero aquella era la forma de Akemi de contestarle a todos ellos. La razón de su molestia, de los celos que había sentido, el porque sólo quería su atención enteramente.

- ¿Princesa? - la voz resonó en el callado pasillo, pero fue lo suficientemente fuerte como para que ella se separara de manera abrupta de él. - Princesa Akemi, ¿Dónde está? - aquella voz preocupada era la de una de sus doncellas, específicamente aquella a la que le había entregado el abanico. Akemi miró a Lagen, cayendo en cuenta por primera vez del peso de sus acciones. Los pasos comenzaron a sonar más cerca de la sala de té y ella comenzó a buscar en la habitación algún lugar lo suficientemente bueno como para esconderse. - Por aquí. - le indicó a su guardaespaldas, señalando un biombo de madera. La doncella pasó, aún preguntando por ella, solo para asomarse y verificar la sala. Vacía. Pronto se fue y Akemi, dejó salir el aíre que había contenido de sus pulmones en ese momento. - Se ha ido. - señaló y pronto reparó en que otra vez se habían quedado solos. - Creo que deberíamos regresar ahora sí. - ¿Y ahora qué le decía? ¿Perdón por besarte? ¿Me dejé llevar?

Y si no le iba a hacer caso a mi propia voz interior a una ajena que amenazaba con encontrarnos pronto seguramente si hizo. De no haber pensado en nada más que seguirla besando pasé a despegarme de ella en milésimas de segundo solo para comprobar que la voz no había sido producto de mi paranoia, alguien buscaba a Akemi. Mi pulso se aceleró a mil en aquellos segundos ¿Qué había estado haciendo? ¿Qué pasaba si descubrían que acababa de besar a la princesa? Joder, como si no hubiese sido suficiente anteriormente con el hecho de ya estar infiltrado y ahora… suspiré aliviado al escuchar que su doncella se había marchado, pero mi pulso acelerado aun continuaría seguramente de aquella manera. Asentí ante la idea de regresar, si, era lo mejor.

Caminé a la puerta y me asomé observando que la doncella ya había desaparecido por el pasillo, seguramente aun buscando a Akemi por el palacio ¿Ahora que hacía? Además de volver al evento con la princesa ¿Debía seguir como si nada? Fingir que no había pasado parecía ser lo lógico pero… volteé a verla antes de indicarle con un movimiento de brazo que pasara adelante – Después de ti princesa dije esperando que pasara para regresar al evento, también regresando yo al papel de guardaespaldas. Caminando por el pasillo la observé por momentos, pensando regresar al tema y ¿Aclararlo? O simplemente necesitaba hablarlo para procesarlo en mi cabeza. –Akemi, yo… Pero no, no era el momento, justo afuera de la puerta que nos llevaba de regreso parecía ser el lugar y momento equivocado. No terminé de decir lo que quería, si es que tenía idea de que decir, pero ¿Habría un momento para decirlo? ¿Cuándo lo sería? No dije nada mas. Dejé la idea a medias y continúe mi camino. Entramos de nuevo al gran salón.

La voz de Houka hablándole a Akemi causó que sintiera que podía retorcerme en mi propio espacio. Esto había empeorado demasiado.

La nación del fuego era uno de los lugares más calientes, eso todos lo sabían. Y aún así, cuando Lagen asintió y comenzó a caminar hacia la puerta, Akemi sintió que la temperatura había bajado. Quizás solo había sido ella y su imaginación, ya que aún sentía su pulso latiendo como loco y a juzgar por las gotas de sudor que se deslizaban por su nuca, su temperatura corporal había aumentado. Ella pasó enfrente de él, acomodando el cuello de su túnica a como había estado antes de los besos y luego bajó sus manos hacia la falda, sacudiendo las arrugas al igual que lo incómodo de la situación, sin suerte alguna con lo último. Las sintió escocer y mirándolas brevemente, notó que tenía manchones de sangre seca, seguramente producto de las astillas del abanico. Ni lo había notado. ¿Tanto se había perdido? El camino de regreso a la fiesta se sentía eterno, especialmente por lo callados que ambos se encontraban, pero ella seguía sin saber que decir respecto a lo anterior.

Pronto llegaron a la puerta y la voz de Lagen llamándola, hicieron que volteara a verlo. Ningún título que precedía a su nombre o algún mote burlón, como a veces le decía. Sólo su nombre, como iguales. Lo miró largamente de manera expectante y aunque quisiera negarlo, un poco de esperanza e ilusión. Aún así nada salió después de eso, las puertas se abrieron y ambos entraron, regresando a sus papeles de siempre. Ella el de princesa y él de su guardaespaldas. - ¿Por qué tardaste tanto? - La interrogante tenía un tinte de reclamo. Akemi arrugó la nariz, sin dejarse intimidar por la mirada posesiva de Houka y sobre todo de sospecha al ver a Lagen entrar detrás de ella. - No es de tu incumbencia, pero tenía que ir a buscar algo para mis manos, ¿Ves? - Akemi volteó las manos, mostrando las palmas ligeramente ensangrentadas. Su doncella dio un grito de sorpresa, antes de correr a buscar un paño húmedo para limpiarlas. - La próxima vez que me regales un abanico, procura que no sea de madera barata. - le reclamó antes de continuar su camino con la doncella detrás de ella.

Houka se quedó en su lugar, mordiéndose el interior de las mejillas y recordándose que no podía decirle nada. Era la princesa de la nación del fuego, una pieza importante en sus propios planes, tenía que dejarse por un tiempo antes de que ella ya no pudiese mangonearlo a su antojo, protegida por su padre. Pronto él sería el sucesor. El nuevo señor del fuego que reinaría sobre todas las naciones y tendría toda la gloria. Con ese pensamiento, cuadró los hombros y se giró en busca de alguno de los generales bajó su mando. Tenía que saber como iban las cosas. En dirección contraria a este, el guardaespaldas de la princesa y él cruzaron caminos, pero el rabillo del ojo de Houka había notado algo o mejor dicho, había notado que no había algo que se suponía debía haber. En busca del recordatorio que suponía le había dejado, lo único que su mirada había captado era la inmaculada mejilla del muchacho, sin rastro alguno de una cicatriz. Como si jamás hubiese sucedido aquél encontrazo entre ambos. Sus ojos se achicaron, prometiéndose su propia misión personal. Averiguaría todo acerca de ese dichoso guardaespaldas. Algo se tenía entre manos, podría jurarlo.

Puse los ojos en blanco al escuchar cómo le pedía una explicación. Cada vez que él aparecía no podía evitar comenzar a insultarlo mentalmente, y requería un esfuerzo físico y mental monumental para no terminar soltándoselo todo de frente mandando todo al carajo. Aunque la preocupación ante lo que le había pasado en sus manos surgió de inmediato no pude evitar sentir satisfacción por la forma en la que le había contestado a Houka, y más allá de eso, de la expresión ofendida de su rostro. Sonreí sin poder disimular lo mucho que disfrutaba cada vez que Akemi le hablaba de aquella forma y seguí también mi camino pasándolo de largo.

Recordé el momento en la sala de té y como había colocado sus manos sobre mis hombros, mientras caminaba disimuladamente revisé mi ropa notando que unas pequeñas manchas podían notarse solamente si estabas lo suficientemente cerca como para verlas. Comencé a sentirme observado por unos segundos, pero aquello debía ser mi paranoia. Alcé la mirada pero no encontré el motivo por el cual me había sentido de esa forma. Largué un suspiro, seguramente era por lo que acababa de pasar ¿Qué haría ahora? ¿Ignorar el evento hasta que desapareciera en el silencio? Me coloqué en un lugar donde no interrumpía y podía cuidar de Akemi, y mientras la observaba lo supe, no tenía forma de ignorar lo que había pasado. No quería hacerlo realmente. La doncella venía regresando con un trapo húmedo apresuradamente. – Escuché que la princesa dijo algo sobre otro abanico ¿Sabes de cual habla?– solté interrumpiendo su paso. Mintiendo. La doncella asintió y por un momento dudó en si llevar el trapo o llevar el abanico. Tomé el trapo con una sonrisa –Te ayudo- dije satisfecho de notar que cedía este, regresando sobre sus pasos.

Llegué hasta donde estaba Akemi con el trapo con agua estirándolo hacía ella –No sabía que mi trabajo incluía resguardar de abanicos solté como era costumbre. – Yo podría arreglar eso- dije en un tono de voz más bajo. Para que solamente ella escuchara de que hablaba, sabiendo que entendería – Además. yo, creo que debemos hablar de… una voz femenina me interrumpió con un “Aquí está el otro abanico que pidió princesa” Maldición.