Yo no le encuentro diversion [Akemi] [Flashback del tiempo del dinosaurio]

Me aferre fuertemente al vestido que llevaba mi madre puesto aquel día, la tela de nuestras prendas era totalmente diferente a la que usábamos en el Polo Norte y por alguna razón, me hacía ver aun mas femenina como ella… detalle que aun a mis pocos años de edad odiaba ¿Por qué tenia que acompañarla a la habitación de la otra princesa? ¿No podía quedarme a jugar de peleítas con mi hermano? Largue un suspiro al pensar en eso apretando mas el pliegue del vestido de mi madre que sostenía tan fuertemente, como si de eso se tratara mi vida y estuviese a punto de caer a un precipicio ¿Qué hacíamos en este lugar tan caluroso?

Sentí la pequeña sacudida que mi madre me dio al notar la actitud que estaba teniendo –“Una princesa no se comporta de esa manera, deja de torturar mi vestido”- Fruncí el ceño y me solté de ella dando pasos algo torpes hasta la puerta de enfrente, el cambio del peso de la ropa hacia que mis movimientos livianos se sintieran completamente extraños. Levante la mirada notando como la puerta se miraba monstruosamente grande ante mí, pero perfectamente a la altura de mi madre. Con todas mis fuerzas apoyando mi mano en la puerta me coloque de puntitas para alcanzar la perilla, fallando, intentando de nuevo, fallando. Esto no se iba a quedar asi, antes de que a mi madre le diera tiempo de abrirla ella retrocedí unos cuantos pasos y corri a la perilla saltando a tomarla, sintiendo como la puerta salía revirada hacia adentro conmigo colgando de esta.

Tomó una de las hermosas muñecas que se encontraban en la cama y caminó hasta el pequeño palacio en miniatura que tenía. Su padre se lo había regalado en su cumpleaños pasado - junto con miles de más cosas - y comenzaba a preguntarse cuanto tiempo le quedaba antes de que se aburriese de él y lo desechara. Se arrodilló a un lado y comenzó a hablar en voz baja mientras paseaba a la muñeca en las habitaciones en miniatura. Sin embargo, el monólogo de la pequeña pelirroja se vio interrumpido por el ruido de la puerta abriéndose, y detrás de ésta otra pequeña, mucho más pequeña de edad, colgada de la perilla.

Era común que todos los jefes y líderes de las diferentes tribus y naciones se reunieran para discutir ciertos aspectos y debido a que éstos algunas veces tardaban más de lo previstos, podían ir, con o sin sus familias. Apretó los labios en una línea fina antes de pararse y caminar hacia ellas. Eran la niña, la otra princesa y su madre, provenientes de la tribu del agua, tribu completamente opuesta a su nación. Al llegar a donde se encontraban, dio una reverencia a la mayor, o al menos como le habían enseñado y esperó a que hablase - Buenos días princesa, lamento la abrupta interrupción, pero debido a que tus padres, mi esposo y yo, tenemos que hablar sobre unos asuntos, vengo a encomendarte a Fayleen - las manos de la pequeña pelirroja se ocultaron tras de ella y empezó a juguetear nerviosamente. ¿Encomendarle? - Kiyomi me dijo que no había problema alguno, se divertirán juntas - terminó con una sonrisa cálida. Sin más, le dio un leve empujoncito a su hija para meterla en la habitación y cerró la puerta tras de ella, dejando a las dos niñas solas.

Un largo minuto de silencio pasó y Akemi dio por perdido el asunto por lo que volvió sus pisadas y se arrodilló una vez más a un lado del palacio en miniatura. Quizás no hubiese problema en que ella se quedase de un lado y la otra niña del otro, no pensaba en prestarle sus juguetes.

Mi madre, abandonándome, con la chica mayor, la cual en cualquier momento podía voltearse y quemarme consumiéndome a puras cenizas. Mis ojos se abrieron como platos ante la idea de mi cuerpo reduciéndose a cenizas, y no era precisamente un ave fénix como para renacer de estas. Lentamente fui dando pequeños pasos hasta la puerta ahora cerrada retrocediendo, hasta que mi espalda topo con esta. Atrapada, atrapada en la habitación de la niña peligrosa. Lentamente deslice la mano por la puerta hasta tomar mi zapato con mi mano, quitándolo de la manera más silenciosa de mi pie.

Seguramente se estaba haciendo la inocente, seguramente era la típica princesa egoísta, seguramente quizás no me incendiera, pero se merecía el zapatazo. Tomando impulso con mi brazo lance el zapato en su dirección con las fuerzas que mis pequeños brazos me permitieron, cerrando los ojos al instante de haberlo hecho ¿Habia sido buena idea? ¿Habia sido porque me ignoraba? ¿Era hora de correr? Sin pensarlo dos veces corri en dirección a su cama y salte en esta con la intención de tomar impulso hacia la ventana, después de rebotar un poco en esta claro.

Como había hecho momentos antes de que entraran la menor y su madre, empezó a susurrar para sí, como si ella estuviese hablando por la muñeca. Pobrecita, porque segundos después un zapato que reconocería como uno de los que portaba la princesa de la tribu de agua llevaba consigo, se estrellaba contra su palacio en miniatura y atravesando las frágiles paredes. Akemi abrió la boca sin saber que decir, la muñeca resbaló de su mano, abierta por la impresión y paró a dar en el suelo.

Furiosa, giró el cuello tan rápido que si hubiese estado en sus cinco sentidos le hubiese dolido. Pero no lo estaba - ¡TÚ! ¡¿SE PUEDE SABER PORQUE HICISTE ESO?! - gritó, parándose y provocando que unas pequeñas llamas aparecieran en sus manos. No tenía mucho que había descubierto que podía hacer fuego control y había estado practicando de vez en cuando con su hermano, sin embargo aun no era tan buena para mantenerlo por mucho tiempo. Las llamas desaparecieron y ella lanzó un aullido. Iba a matarla.

Corrió hacia la cama, lanzando las manos hacia adelante, listas para sujetar a la otra niña y dio un brinco, para caer en ésta. La cama se movía por el, aunque ligero, peso de ambas. ¿Quería pelear? Iban a pelear. Su padre siempre decía que los de la tribu del agua estaban locos. Ya veía porque.