Quiero te... (priv. Kiyomizu)

- Hay diferentes tipos de poder. Tener la suficiente paz mental y autocontrol es lo que creo que hace que el avatar no sea corrupto. Además, tiene el poder de contactar con el mundo espiritual y con sus anteriores encarnaciones. Ha aprendido mucho a lo largo del tiempo, no creo que ceda a caprichos que lo lleven a tener una sed incontrolable de poder.

Tal vez soy muy fan del avatar, pero no me imagino a un avatar corrupto, no creo que sus vidas pasadas lo permitieran.

- Estoy de acuerdo con lo de las armas, más aún porque él no podría defenderse tan bien, ¿no? Dicen los rumores que no es muy buen maestro tierra, pero eso no le impide tener la ciudad en orden.

Cierro los ojos y luego los abro para volver a buscar la mancha. Me tardo un par de minutos, pero logro verla. La señalo.

- ¡Ahí! Wow, tenías razón, Lin.

Creo que no estoy acostumbrado a ver en un paisaje como este. Tal vez aún no me acostumbro a ver tan lejos.

Lin me invita a acompañarla al desierto y en verdad que quiero, me parece genial conocer más lugares. Lo que no me esperaba era la pregunta sobre el perro.

- Me gustan todos los animales, aunque nunca he podido tener una mascota. ¿Por qué lo preguntas?

Guardo silencio cuando habla acerca del poder y el abuso... lo he vivido todo el tiempo cuando los guerreros me golpeaban por ser débil. Ahora gané un puesto de poder y trato de usarlo para cambiar las cosas en la Tribu Agua, pero no es algo fácil. Después, sólo miro lo más que puedo a lo lejos, pero muchas cosas me cuesta enfocarlas. No veo bien aún ahora, pero veo más de lo que creí que podía y debo aprovechar este viaje para aprender a moverme en lugares que no sean mi tundra.

Lin me pregunta si me gustan los perros, pero no sé por qué lo hace, la verdad. La miro confundido. No creí que ella tuviera una mascota, pensé que serían una desventaja para una misión, sobre todo una diplomática.

- ¿Compañía? ¿Tienes un perro-oso polar? O bueno... no sé de los animales de la Nación del Fuego, sólo de las tortugas-pato.

Pregunta dónde me quedo y queda algo lejos de donde estamos, casi por la casa de té donde nos encontramos.

- En una pequeña posada cerca de la arena. No traigo muchas cosas, la verdad.

Vengo preparado para un viaje, pero llegar al pantano por lo visto implica cruzar el desierto y eso no va a ser tarea fácil. Aunque no hay nadie en el desierto, creo que es muy peligroso justamente porque no hay agua.

Escucho el asunto del perro, pero los únicos que conozco son los perros-osos polares. Sonrío y niego. En verdad que creo que lo que pasa es que en la Tribu Agua estamos muy cerca de la naturaleza y por eso nos llevamos bien con los animales. Al menos yo lo estoy, en eso me servía vivir un poco alejado de la ciudad y más cerca de la tundra.

- Avatar Korra tenía uno... tal vez sea algo de Tribu Agua, porque es como con los pingüinos del Polo Sur, se puede si sabes el secreto. Quizá sólo funciona con alguien de la tribu agua.

Yo dudo que un perrito de la Nación del Fuego sea más fuerte que un perro-oso polar, pero no lo diré. Creo que tiene mucho patriotismo y no quiero hacerla enojar, me da miedo.

Caminamos por la ciudad y le digo que me estoy hospedando en una posada, aunque sólo han sido un par de días y el lugar es bastante modesto.

- Está cerca de la arena donde hay luchas de maestros tierra.

Empiezo a caminar en la dirección correcta, pero la verdad es que me impactó que se esté quedando en el palacio. Digo, es que es el palacio.

- ¿Y cómo es el palacio? ¿No hay montones de reglas de etiquieta?

Niego. Creo que me parece imposible que alguien no haya intentado domar un perro-oso polar. Francamente no entiendo muchos de los miedos que tiene la gente, sólo es un animal peludo y abrazable. Tal vez porque la última vez que fui al Polo Sur, los perros-oso eran solamente una gran mancha café.

- No lo sabía, pero no lo creo. Han pasado muchos años, así que lo que creo que es que el mundo no sabe el secreto de cómo hacerlo y ya. Avatar Aang recibió el secreto...

Le digo a Lin que la posada donde me hospedo está cerca de la arena, pero ella parece considerar que no es algo apto para alguien con miedo a la gente como yo.

- Me llevan la comida a la habitación y desde donde estoy puedo ver a los maestros tierra por la ventana cuando entrenan afuera. Lo vale... De todos modos, no salgo mucho, creo que ya te diste cuenta.

Me sorprende que Lin se esté quedando en el palacio, pero aún más que dejen que tenga tanta libertad.

- Yo quisiera ir, aunque creo que soy... pues... muy salvaje para un palacio.

No creo que andar tocando todas las cosas sea bien visto en un palacio, ni mucho menos salir corriendo si hay mucha gente.

Llegamos al hotel y Lin me manda por mis cosas.

- No tardo...

Doy un rodeo para entrar por la puerta de atrás y subo corriendo. En realidad soy bastante ordenado, justamente para poder saber dónde tengo cada cosa cuando me baño, me duermo o me despierto. No podría encontrar mis lentes si tuviera un desastre. Empaco lo poco que traje y me cuelgo la mochila al hombro. Bajo a la recepción y me alejo hasta una esquina en lo que terminan de registrarse los de un grupo de cinco.

Sonrío y asiento porque de verdad que creo que uno puede hacer todo siempre que sepa la forma. Aunque luego se me borra la sonrisa y juego con mi ropa.

- Pues... no salir hasta que no hubiera tanta gente...

Se nota que Lin piensa que estoy loco, y sé que no soy muy cuerdo, pero de verdad que la gente me asusta. Sin embargo, visitar el palacio del Reino Tierra sí que me emociona.

- Prometo portarme bien, aunque sólo sea una visita corta.

Entro al hotel haciendo todo lo necesario para no toparme a nadie pero al llegar a la recepción, comienzan los problemas. Espero paciente en un rincón pero en menos tiempo del que yo considero necesario para hartarme, Lin está aquí. Y me salva. Agradecido, corro a la recepción y pago rápido y volviendo a evadir al grupo, salgo de la posada y ahora la espero a ella. Reviso mi equipaje mientras la espero y me siento tonto y estoy muy apenado, pero en verdad... en verdad me asusta meterme entre la gente, más cuando me rodean.

Espero a Lin, agradecido porque me ha salvado de la gente. No tarda en salir, pero creo que no está bien.

- ¿Estás bien?

Luego sólo bajo la vista, cuando me dice que me enseñará a fugarme por las ventanas. Creo que eso está mal, pero también podría ser algo útil para poder escapar con facilidad de la gente. Apuro el paso para seguirla y poco a poco la mancha que veo a lo lejos se hace más clara y veo que de hecho, es el palacio de Ba Sing Se. Asombrado, trato de no perderme detalle de lo que veo, pero antes de lo que me gustaría, Lin llega a la puerta y ya hace que entremos. Me sorprende que diga que voy a ayudarla a cargar, pero ni el guardia ni yo lo dudamos. Sí, me va a tocar cargar su equipaje y seguro que en la Nación del Fuego no viajan especialmente ligeros.

Entro con ella y lo primero que vemos son unos jardines preciosos. Me acerco a ver y tocar las hojas de árboles que no hay en la tundra.

- Este lugar es hermoso...

En cuanto entro al jardín, voy directo a tocar uno de los árboles. Nunca había visto un árbol así, y mucho menos tan de cerca. Pero Lin no tarda en regañarme como si fuera un niño y suelto el árbol, obediente. La sigo y presto atención a los guardias, que agitan la cabeza y me señalan divertidos. Creo que también piensan que soy un niño, pero lo mejor es que los ignore y sólo siga a Lin, así que eso es lo que hago, antes de provocar más habladurías. No porque me molesten, pero no quiero meterla en problemas a ella.

Ella se hospeda en una pequeña casita dentro del palacio, pero antes de que pueda entrar o fijarme bien, un monstruo me cae encima y me derriba. Me saca el aire y las palabras de Lin no ayudan en nada. Mortificado, intento mirar al monstruo y soportar. Quiero irme a mi casa...

- Ho-hola... perrito... lindo (?)

No lo acaricio ni nada, por el contrario intento no moverme porque no quiero que me muerda.

Afortunadamente, el perrito no me hace nada. Pero me mete un susto impresionante. Me parece eterno el tiempo que tarda en quitarse, pero finalmente lo hace. No me muevo más que muy lento y tardo demasiado en poder sentarme. Al mirar de nuevo al perro, no está haciendo nada en realidad que me amenace, pero aún así, tengo miedo de él. De la fuente más cercana de agua tomo la necesaria. Bebo y lleno mi cantimplora, pero todo lo hago con agua control para no tener que moverme.

Finalmente, Lin sale, pero lo primero que hace es regañarme. Al perro le habla súper bonito y a mí no. Me levanto y la sigo en cuanto me habla.

- Sí...