Una visita Inesperada (Kiyomizu Kyouya) (Privado)

Por un glorioso momento había sentido el triunfo de haber logrado tener por fin una alumna mujer. Al siguiente... todo había cambiado. Me miran con más reproche cuando paso por las calles, aunque he recibido muestras inexplicables de afecto de las mujeres de la tribu. Aunque ya no tengo que ir diario a que me curen los ojos, porque es claro que ya no van a mejorar, sigo yendo. Voy de noche para no perturbar la paz del santuario de sanación pero pido conocimiento. Me lo han negado mucho tiempo, pero las mujeres sanadoras me consideran un milagro de los espíritus porque la sanación constante con agua del santuario me ha devuelto en gran medida la vista. Y ante ellas, mi decisión de enseñarle agua control a la maestra del Polo Sur es algo digno de admiración.

En esta ocasión, fui temprano y por primera vez me funcionó con el maniquí. Mi alegría era equiparable a su sorpresa, porque de verdad creyeron que no podría por ser hombre. Había que ver que en esto son tan tontas como los hombres, no depende del sexo, depende de la voluntad de aprender y la práctica. Agradezco por la clase y al salir, la vieja maestra me da té de canela, seguido de un guiño furtivo y un pequeño látigo de agua de unos treinta centímetros que sé que hizo sólo porque espió mi clase. Me hace tan feliz...

Guardo el té en los bolsillos del anorak y salgo corriendo, feliz, rumbo a mi casa. Siento como si hubiera logrado algo importante y por primera vez estoy sintiendo una gran felicidad y satisfacción por el puesto que me heredó el maestro Sakai.

Llego a la zona de las casas y veo que hay un alboroto. Alguien llama "extranjera" en un tono despectivo a alguien y veo que hay varios chicos guerreros de los que me han molestado desde que tengo memoria.

- ¿Qué pasa aquí?

Intento sonar imponente, como un digno representante de una posición privilegiada dentro de la tribu, pero no me sale. Veo a quien molestan mientras me dicen "ve por ti mismo... ah perdón, que no puedes ver" y sus risas no tienen efecto en mí porque es la maestra aire del templo norte que a veces viene.

- ¡Mer!

Le sonrío pero los chicos, que son mucho más altos y corpulentos que yo, un par maestros agua y el resto guerreros se plantan frente a mí y preguntan si es mi ama y yo su perro.

- Déjenla en paz.

Obviamente se niegan y me veo obligado a encerrar en hielo al que más molesta.

- Vámonos, Mer...

¡Waaa! ¿Qué acabo de hacer? ¿Y si nos pegan?

No puedo creer que ahora hayan encontrado una nueva víctima para molestar. ¿Qué les ha hecho? En cuanto veo que es Merak del Templo Aire del Norte, no puedo evitar pensar que esto es todavía más injusto. Ella no lastima ni molesta a nadie, no deberían estar haciendo esto. Intento usar mi estatus, pero no estoy acostumbrado a estas cosas y obviamente no me funciona. Incluso la molestan más por conocerme y aunque en verdad no entiendo bien eso de que me prefiera, no debe ser algo bueno. Aprovechan que ella está distraída para querer atacarla y en cuanto lo noto, uso agua control para encerrar en hielo al culpable. No puedo soportar la idea de que la lastimen y la insulten, no me parece correcto. Sin embargo, ella me regaña y la miro acobardado, arrepentido y sintiéndome muy mal porque lo que hice la molestó.

Pero debemos irnos, así que la tomo del brazo y le digo que debemos irnos. Sé que hice mal, ¿pero qué otra cosa podía hacer? No soy fuerte, no soy un guerrero y no sé pelear, en lo único en lo que soy mejor que ellos es en agua control.

No entiendo por qué se ríe, menos aún viendo que nos pisan los talones. Debo hacer algo y rápido.

- Mer, sujétate de mí.

Me detengo por completo y hago una ola, transformando el hielo en agua. Sus maestros intentan frenarla, pero no son tan rápidos y ahora no importa. En cuanto Merak se sujeta a mí, hago otra ola para que nos remolque a nosotros. Apenas si logro ver que se detienen, pero me es mucho más urgente llegar a mi casa.

Pocos minutos después estamos justo en la entrada de mi casa. Termino la ola y abro la puerta. Dejo entrar a Mer y luego me recuesto sobre el piso de hielo para recuperar el aliento.

Esto había sido verdaderamente horrible. No estoy acostumbrado a cosas así, no me gusta meterme en problemas y la verdad es que me ha costado mucho defenderme de estos tipos durante las innumerables veces que me han molestado. Ahora se habían metido con alguien que me importa y no sólo eso, alguien inocente. Tal vez sea malo tener estos pensamientos, pero si hay algo bueno de la guerra, es que se irán todos tarde o temprano. Había tenido que pensar rápido y no sólo en mí, sino también en Merak. Mi forma habitual de escape es más de maestro tierra, pero supongo que quedarse encerrada a ciegas en un túnel de hielo la asustaría mucho. Hago la ola y viajamos en ella hasta mi casa. Lo cierto es que este es un buen método para moverte, pero cuando estás huyendo de un grupo de idiotas, no es tan emocionante, mucho menos cuando la seguridad de alguien está en tus manos.

Llegamos y la dejo pasar antes. Cierro la puerta y me recuesto sobre el piso de hielo. Toda mi casa es de hielo porque era la mejor forma en la que podía ubicarme, sintiendo las cosas con agua control. Cuando miro a Merak, me sorprende verla tan emocionada, como si esto sólo hubiera sido una demostración de agua control. Levanto una ceja, confundido y sorprendido, pero entonces ella me pregunta si estoy bien. Asiento.

- Sí, estoy bien... Podemos hacerlo cuando quieras, pero sin ellos, ¿te parece?

Hago un esfuerzo y me siento.

- ¿Tú estás bien, te hicieron algo? Ah y... ¿quieres agua o algo de comer?

Poco a poco empiezo a recuperar el aliento, pero creo que es más porque me alteré. No pensé que la tomaran con alguien tan inocente y que no hace daño y sé que lo más seguro es que Merak viniera aquí por mí, no por alguien más. Logro sentarme y recuperar el aliento, pero sigo preocupado por ella. Ya que le gustó tanto, propongo que volvamos a hacer cosas de agua control pero sin el riesgo de los tipos detrás de nosotros. No me parece bueno, ni justo y creo que puedo hacer movimientos mucho más espectaculares si nadie me presiona. Termino sonriendo, es imposible no sonreírle a ella que es tan linda. Ya que la preocupación sigue ahí, prefiero preguntarle si está bien.

- Claro que te creo, Mer. Pero admito que sí me preocupé bastante. Esos tipos son muy desagradables.

Ella se levanta y yo lo hago también. Me acomodo los lentes y recuerdo la promesa. Sé que no soy tan increíble cocinando, pero la comida de la tribu agua me es fácil de preparar.

- Bien, entonces te prepararé una sopa y carne de foca. ¿Está bien? Ahm... ¿sí comes carne?

Igual podría omitir la carne. Me dirijo hacia la chimenea y enciendo el fuego con dos rocas. Luego saco la comida y empiezo a preparar todo.

- ¿Viniste a verme, Mer?

No puedo evitar sonar emocionado, porque de hecho, ella es mi única visitante.

Merak me aconseja ignorarlos, y sé que debería, pero a veces... tal vez debo empezar a creerme mi posición y mis capacidades. Pero me han molestado tanto tiempo que me da miedo encararlos. No sé qué hacer, estoy perdido y la verdad es que sólo puedo pensar que deseo de verdad esto, quiero ser libre del pasado, quiero tener la frente en alto y hacerle ver a todos que no ver bien no me hace menos.

- ¿Y cómo lo hago? Antes... antes me pegaban, Mer. Les tengo miedo... Y se burlan de mí porque soy ciego, porque uso movimientos de otras naciones, porque soy del Polo Sur, porque estoy aprendiendo curación, ¡por todo!

Bajo la vista y trato de no llorar ni soltar tantas cosas que tengo guardadas desde hace tanto tiempo. Nunca se lo he dicho a nadie, siempre me lo he guardado porque no quería preocupar al maestro. Porque sé que soportar es parte de aprender a seguir adelante.

- Perdón... yo... Es sólo que a veces no creo que yo deba ser el instructor de maestros agua. Y que por eso... no tengo tantos alumnos. Tal vez querer enseñarle a las mujeres y querer aprender sanación en verdad está mal.

Empiezo a preparar la comida y corto trozos de carne de foca mientras hago la sopa. Pongo la sopa a calentarse en una olla y la carne sobre un sartén y me siento al lado de Merak en lo que se cocina.

- ¿Y tú cómo has estado?

Esa frustración que he sentido por años simplemente se me escapa en formas de palabras. Jamás he hablado sobre esto, siempre me he mantenido callado porque si hablo, siento que los demás sufrirán y eso es algo que debo superar yo solo. Pero Merak... Merak es mucho más sabia que yo y en cuanto me dice que hoy hice algo diferente, sé que debí hablar con ella de esto. Pero el resentimiento es algo traicionero y antes de que medite las cosas, sólo hablo y digo que tal vez sería mejor que yo no fuera el instructor. Y sé que no es porque en verdad yo lo piense, los que lo piensan son ellos, los que creen demasiado en la fuerza de las tradiciones pero no les queda más remedio que respetar la última voluntad de mi maestro y dejar que yo sea el instructor. Estoy diciendo tonterías y estoy poniendo en duda el criterio de mi maestro... Él vio algo en mí, algo que me hace digno de seguir sus pasos y en cuanto me estremezco por el escalofrío, sé que estoy siendo un tonto. Abrazo a Merak, porque tal vez eso es lo que necesito.

- Perdóname... Estoy diciendo tonterías, pero es que me hacen sentir tan triste... Quiero ser el mejor maestro agua, quiero ser digno de enseñarle al avatar y no voy a lograrlo lamentándome.

Pregunto cómo está ella y me cuenta que ha mejorado gracias a su hermano. Al verla, todo el tiempo olvido que ella es algo así como la princesa del aire. Merak tiene esa sencillez de todos los monjes y no es prepotente ni se nota en lo absoluto que tiene en verdad una posición privilegiada.

- Vas a ser una gran maestra, Merak, tienes el espíritu.

El resto casi podría hacerme llorar de la emoción. Pongo todo al fuego y sonrío ampliamente.

- Yo no... Tú no podrías ser otra cosa que maestra aire y yo no podría ser otra cosa que no sea maestro agua. Escucharte hablar de tu vida en el templo aire, verte hacer aire control... hay tanto que descubro. Eso no me pasaría si fueras maestra agua, así que está bien de esta forma.

En cuanto está la comida, sirvo para los dos.

- Espero que te guste...

Intento hacerle ver la verdad a Merak, porque lo cierto es que los espíritus nos hicieron ser de naciones distintas y eso no ha sido impedimento para nuestra amistad. El destino nos hizo amigos porque somos muy parecidos y porque hay muchas cosas que podemos aprender el uno del otro. El abrazo me reconforta, hace que me calle lo inútil y vea sólo lo importante y esto es, que mi amiga está aquí y que ahora todo puede ser perfecto por todo el tiempo que ella se quede.

Sonriendo, termino de cocinar, después de haber alejado con un abrazo y sonrisas, la nubecita gris que amenazaba con arruinar mi tarde con mi mejor amiga. Sirvo y me siento frente a ella a la mesa para comer. Con aprensión, espero a que coma, aunque espero que le guste. Es claro que ella está tan nerviosa como yo, pero sonrío aliviado cuando mi cocina pasa la prueba.

- Gra-gracias, Mer. A mí me gusta la carne así, tierna y jugosa. Creo que cocino por olfato.

Empiezo a comer yo también y le acerco pan.

- ¿Quieres? Lo hice en la mañana... ¿Y qué has hecho? ¿Me enseñarías movimientos de aire control?

Merak debería venir mucho más seguido a visitarme. Combate con halagos mi baja autoestima y me recuerda que no soy lo que otros piensan que soy. Soy un superviviente y soy alguien capaz. Incluso algo como cocinar me ha tomado años aprenderlo bien y reaprenderlo en varias semanas ahora que puedo ver. Pero aún así, me baso siempre en mi olfato.

- Gra-gracias... Si cierras los ojos, te concentras mucho más en lo que huele. Otra idea de cómo lograrlo no sé.

Río un poco, divertido pero le doy pan, le doy lo que quiera porque soy muy compartido y más aún con mi mejor amiga. Cada expresión de gusto me produce una alegría incomparable y sé que con esta comida le agradezco al menos un poco por ser como es conmigo.

- El maestro Sakai me enseñó... mi padre... mi padre adoptivo. Tú lo conociste... Bueno pues a él le encantaba cocinar y pescar y todas esas cosas de la casa pero no tenía tiempo por ser instructor y por las reuniones del consejo. Así que me enseñó a hacer la cena y luego sólo me decía qué hacer y lo hacía. Tenía las manos llenas de cortes y quemaduras, pero no me importaba. Comíamos rico y me sentía útil.

Sonrío divertido.

- Desde que tengo lentes es de lo más raro ver lo que hago. A veces hasta me parece mal y me los quito. O cierro los ojos. Luego por qué dicen que estoy loco.

Río bajito pero divertido.

Comer con Merak estaba siendo mucho más que sólo alimentarnos. Merak es hermosa, hermosa por dentro porque es la persona más amable y considerada que conozco. Más incluso que el maestro Sakai, porque ella tiene eso especial que sólo puede tener una mujer...

Hablamos como buenos amigos y aunque es muy triste para mí que el maestro ya no esté aquí conmigo, sé que pongo en práctica lo que me enseñó. Soy esta persona ahora y quizá porque él me enseñó a quererme a mí mismo pese a mi ceguera, ahora me cuesta aceptar el regalo que él me hizo al devolverme en gran medida mi vista. Y Merak... ella obvio que no lo ve así, pero no se me había ocurrido que alguien que siempre ha podido ver voluntariamente deje de hacerlo sin que sea por dormir.

- Vaya... Pues... No me regañes pero yo nado. Cuando siento que todo es demasiado, me quito los lentes y me echo a nadar. El agua es helada, así que no puedo alejarme mucho. Siento algunas cosas, animales que nadan cerca porque puedo percibir las vibraciones que hacen en el agua al nadar. O a veces sólo me quito también los lentes y me recuesto sobre la nieve. De hecho, es raro que de noche use los lentes. Mucho menos con ventisca. Me ubico mejor y no me frustra ver los copos de nieve pegados a los cristales.

Su presencia, su sonrisa y cada gesto de agrado que tiene no sólo conmigo sino también con mi humilde casa y con mi modesta cocina, me hace sentir que puedo salir de donde estoy, de donde he estado estos meses y realmente ser quién debo ser... Quién el maestro quería que fuera pero a mi estilo. Porque al ver que mi mejor amiga es de los nómadas aire, sólo me dice que esa actitud que tengo de aprender de las otras naciones no sólo está presente en mi agua control. Quizá sí puedo lograr mi sueño de enseñarle agua control al avatar y aunque no lo digo, sé muy bien que no voy a lograr su respeto si estoy minimizándome a mí mismo todo el tiempo. La petición es algo que no puedo negarle, pero en cuanto pienso todo esto, sé que será difícil, pero es algo que debo hacer y Mer sólo me da un empujoncito. Uno que necesito...

- Te lo prometo, Mer. Siempre he huido de todos o he dejado que me maltraten y sé que ya no puedo hacerlo. Pero... me siento culpable. Siento que es mi culpa que el maestro esté muerto y que si otros me molestan y me pegan, está bien... porque pago por mi crimen.

Bajo la vista y dejo que las lágrimas caigan libremente. Esto es algo que me he guardado desde la muerte del maestro, y ya no puedo más.