Reading is one form of escape. Running for your life is another [Kai] [Flashback]

Intentaba ni siquiera respirar con tal de no hacer ni el más mínimo ruido. Sentía como mis pulmones estallarían por el aire contenido en estos mientras mi corazón palpitaba mil veces más rápido de lo normal. Mis pasos eran lentos pero certeros, siempre intentando colocar el pie en el lugar donde menos estruendo causase. Tan silenciosa como un ratón no era una buena frase que aplicara en este momento, pues un ratón podría hacer ciertamente mucho más ruido que yo en este momento.

EL silencio que guardaba hizo que rápidamente escuchara, a pesar de encontrarse a distancia, las voces de los guardias que trabajaban en el palacio. ¿Por qué ahora los tenía que mandar mi hermano? La respuesta cruzo por mi mente haciendo que apretara los puños al saber la razón de nuevo, la razón que me estaba llevando a hacer esto “me las pagaran” pensé rápidamente antes de apresurarme a buscar una manera de esconderme.

Nada, ni un solo escondite a la vista pero ¿Era eso una ventana abierta? La ventana guiaba a la plaza en plena noche, por lo cual seguramente estaría vacía. La mezcla de la emoción por encontrar la salida y el nerviosismo de ser descubierta se mezclaron como si de un torbellino se tratara. Voltee a ver una última vez atrás pues no pensaba volver a hacerlo mientras las voces de los guardias se escucharon más cerca. Unos cuantos pasos, cerrar los ojos, un pequeño impulso y ¡zaz! Mis pies cayeron en la nieve hundiéndose un poco intentando guardar el equilibrio con las rodillas flexionadas. Mantuve los ojos cerrados hasta palpar la nieve con mi mano sonriendo ante el éxito, solo esperaba que nadie hubiese visto lo sucedido.

Noche... amo las noches. Por primera vez después de tanto tiempo puedo ver las estrellas. Todos esos años perdido en un mundo de oscuridad que poco a poco fue iluminándose gracias a las sanadoras y ahora finalmente puedo ver. Mi agua control había mejorado bastante en estos últimos meses, desde que mi maestro me consiguió mis gafas en el Reino Tierra. Pero aún, siento el agua sin necesidad de verla.

Como cada noche, fui donde se enseña curación y me sometí como desde hace tantos años, a la curación de mis ojos. Vuelvo a insistir para que me enseñen sus técnicas, ofrezco enseñarles a pelear con agua control, pero hay costumbres muy arraigadas. La vieja maestra acepta enseñarme, a cambio de que me esté quieto y la deje trabajar, así que me recuesto, me quito los lentes y abro los ojos.

Quince minutos después, estoy fuera. Camino por la plaza rumbo a mi casa, pero está extrañamente oscuro y silencioso. Tanto, que escucho el crujir de la nieve. Volteo y veo a...

- ¡Princesa!

Me tapo la boca y le hago una reverencia. Tal vez, no quería ser escuchada. Así que me acerco un poco y susurro. No muchos conocen a la princesa, pero mi estatus me lo ha permitido.

- ¿Se encuentra bien?

Me levante del lugar donde me encontraba continuando con la misma sonrisa triunfal que había tenido desde el momento del aterrizaje exitoso. Sacudiendo lentamente la mano de mis guantes volteando a ver en dirección a donde había estado unos segundos antes. Los pasos y voces de los guardias pasaron de largo sin siquiera voltear a ver fuera de la ventana porque claro, ¿Quién iba a pensar que una princesa tendría tan poca clase de saltar de una ventana?

Habría seguido con la misma actitud triunfal de no ser por una voz que interrumpió el momento haciendo que me congelara como si de un cubo de hielo se tratara. Lentamente dirigí mi mirada en dirección de la voz reconociéndolo al instante por lo que no sabía si sentirme aliviada de que fuera él o temer el que me regresaran en segundos al palacio.

Di unos pasos hacia el indicando con mi dedo frente a mis labios que teníamos que hablar en el tono más bajo posible porque, dudaba que me dejara ir sin una explicación –Kai Por favor, no me regreses me costó mucho saltar.- solté mientras mi mirada le rogaba que en serio por favor no fuese a delatarme. –No puedo quedarme de brazos cruzados y allí adentro es lo único que hago- mencione señalando el palacio al cual no quería volver por nada en este mundo.

Me sorprende mucho toparme con la princesa porque casi no la dejan salir. Si hay algo que no me agrada de la Tribu Agua del Norte es ese machismo y esa discriminación que le tienen a aquellos que se supone que son débiles, como las mujeres o incluso yo. Asiento a la señal de silencio y me acerco a la princesa, pero me sorprende que me pida que no la regrese. Niego enérgicamente. Me quedo en silencio y sólo la observo, hasta que comprendo lo que está haciendo.

- ¿Estás escapando? Pero... ¿a dónde irías?

La respuesta debe esperar... escucho a uno de los guardias y tomo la mano de Fayleen. Al estilo de los maestros tierra, hago un agujero en el hielo y nos meto ahí. Tapo el agujero y quedamos encerrados.

- Sujétate de mi abrigo, voy a ir haciendo un túnel para alejarnos un poco, ¿de acuerdo? No dejaré que te atrapen.

Me quito los guantes y pongo las manos sobre el hielo. Nos deslizo como si fuéramos en un tobogán y mantengo los ojos cerrados. No hay nada que ver, y estoy acostumbrado a no ver más de lo que estoy acostumbrado a ver. En cuanto noto una mayor humedad en el ambiente, me detengo y abro de nuevo un agujero en el techo de nieve. Salgo, y después de comprobar que no hay nadie, ayudo a la princesa a salir. Me acomodo las gafas y la miro apenado. Tal vez mi atrevimiento fue demasiado.

No me dio tiempo a responder a su pregunta pero ¿Realmente iba a responderle? Entre mas consideraba la respuesta más alocada la consideraba ¿Realmente me embarcaba sin un rumbo fijo al Reino Tierra? Claro, nadie sabía cómo se miraba la princesa, era una chica mas y si conseguía la ropa adecuada podría pasar perfectamente desapercibida pero ¿Estaba pensando claramente? ¿Estaba segura de lo que hacía? Y si lo estaba, ¿Estaba segura de que mi hermano me perdonaría? Tantas preguntas, ninguna respuesta y el camino atrás acababan de quedar completamente olvidado.

Observe sorprendida el agujero en el que ahora nos encontrábamos, estirando la mano para tocar el lugar donde segundos antes nos habíamos encontrado de pie ¿Por qué se empeñaban en que la mayoría de mujeres no aprendieran este tipo de cosas? Podía pensar en todas las excusas tontas dadas a través de los años y cada vez me convencía mas y mas de que ninguna tenía sentido. Asentí con la cabeza al escuchar su idea de escape ¿Realmente me estaba ayudando?

Sin darle más vueltas al asunto me agarre de su chaleco como había dicho ¿Cómo describir el tobogán? La sensación de mariposas en el estomago al movernos a través de este y la necesidad de levantar las manos estallando en carcajadas era más que marcada en mi , pero claramente, debía controlarme si no quería dar la impresión de que moriría pronto al salir de aquí.

Una vez llegamos, con su ayuda salí de donde estábamos finalmente comenzando a reír –Eso ha sido genial – Solté levantando ambos brazos ¿Qué? Tenía que admitir que realmente lo había sido y además… había sido en mi beneficio en esta ocasión –Gracias por ayudarme a salir –

Hago lo que se me ocurre para escapar con la princesa porque no voy a permitir que la regresen. No lo digo y mucho menos frente a gente importante, pero hay cosas con las que no estoy de acuerdo en nuestra tribu. No estoy de acuerdo con que enseñe el maestro agua más viejo y no el más capaz, y no estoy de acuerdo con que me vean mal por estudiar sanación y tener que pelear para hacerlo. No estoy de acuerdo con que me vean como un tonto porque intento que las mujeres aprendan. Y no estoy de acuerdo con que no quieran. Hay cosas que se hacen mal, pero no me queda más que confiar en que algún día, la princesa Fayleen lo cambie.

Hago un agujero en la nieve y a la manera de los maestros topo, lo continúo hasta llegar muy cerca de la costa. Yo saco ideas de donde sea y he leído pergaminos de las otras naciones. Y gracias a eso, nadie nos descubrirá. Salimos a la superficie y sonrío apenado porque le gustó el trayecto. Me acomodo las gafas y la miro.

- No tiene que agradecerme, princesa. No estoy del todo contento con la forma en que hacen las cosas aquí, pero intento que cambien, al menos un poco. Lo hago por usted...