Infiltrandome en el palacio [Akemi Atsuko]

Mi corazon palpitaba rapidamente mientras cruzaba los muros del palacion entre las sombras para no ser visto; conocia ese lugar mejor que nadie por lo que no me fue dificil infiltrarme y burlar a los guardias quienes nunca cuidaban bien el perimetro por que asumian que nadie se atreveria a entrar. Sabia que lo que hacia era arriesgado y de ser descubierto todos mis planes se echarian a perder, pero no podia esperar mas llevaba mucho tiempo lejos de mi hermana y necesitaba saber que se encontraba bien. Camine un poco en los alrededores del jardin buscando alguna ventana que se hubiera quedado abierta para entrar, pero todas estaban cerradas. Un sentimiento de desesperacion se apodero de mi, tenia que encontrar la forma de entrar, camine un poco mas hasta que llegue al jardin principal donde me sente atras de un gran arbusto mientras pensaba que hacer.

Era uno de esos días solitarios en los que no tenía ganas de cruzar palabra con nadie. ¿Dónde estaba Takumi? No había vuelto a saber desde hacía... ¿Cuánto? Hasta se le hacía difícil recordarlo. Lo extrañaba, no lo iba a negar, ni a ocultar. Desde el día en el que le había revelado a Lagen, que ayudaría a su hermano en la rebelión - convirtiéndose ella también en una traidora -, había querido ponerse en contacto con él e informarle, ¿Pero cómo? Salir del palacio a escondidas no había funcionado, y a pesar de que su guardaespaldas, le había dicho que estaba de su lado, deseaba hacer eso sola. Era algo que le debía a su hermano.

Salió a los jardines del palacio, con el ánimo caído. Sus hombros estaban hundidos y tenía en el rostro una expresión triste - Hermano, ¿dónde estás? - susurró para sí misma y se sentó en una banca de piedra que estaba a lado de unos arbustos.

De pronto escuche a alguien aproximandose, segui el sonido de sus pasos hasta que se detuvieron justo al otro lado del arbusto. - "Perfecto!" - pense con sarcasmo. - Ahora tendre que pelear con quien sea que este ahi si no quiero convertirme en prisionero. - Empeze a rodear el arbusto hasta que llegue a un punto donde podia saltar para emboscar a mi oponente. Lo hice sin pensarlo dos veces, y fue hasta que estabamos a unos centimetros de colisionar que me dicuenta de quien era, pero ya no podia detenerme y solo alcanze a decirle sorprendido. - ¿Akemi!?