Cásting para Merak Tsubasa

Volar por ahi como lo hace mi elemento, libre y ligéra, se me había hecho una costumbre muy común.

Desde que había empezado con mi aire control, el hecho de flotar como una nube era cosa del diario. Cuando no estaba por los pasillos del templo, podía estar por los lares de nuestra aldea y si no, en el asunto más importante de todos: Cuidando de los bisontes bebes.

Sin embargo, hoy no era un día común, hoy no era un día en el que no tuviese algun pendiente y pudiese asi simplemente andar sin tener oficio alguno. De hecho, es que hoy era un día especial y no por una festividad, sino por que mi hermano, mi amado hermano Yuki, había prometido algo que no le resultaría dificil cumplir, puesto qué, seguramente, sus obligaciones ya habrían sido liberadas por el plazo de este día y tendría entonces un lapso de tiempo delicioso para dedicarmelo a mi, su pequeña hermana y ampliar mis conocimientos sobre aire control.

Si, un día hermoso y de hermanos.

Cual fué mi sorpresa, cuando al abrir los ojos esta mañana, no lo vi cerca y al preguntar por el, nadie pudo darme razón.

Anduve como una simple brisa, por doquier, por el templo y sus multiples rincones, preguntando a cuanto desafortunado se cruzaba por mi tenso camino, por el paradero de su Gobernador. No hubo exito, nisiquiera una pizca mínima y así, la desesperanza se me hizo presente, sin atarme, pero pesada, como algo que increiblemente podía reducir un torbellino de emoción y juventud a un simple viento de comunidad.

Con la faz triste, y empuñando ambas manos en un borde, me sente sobre lo que era un pequeño muro y bufé, subiendo así un mechon de mis lacios y pesados cabellos. Estaba por soltar una palabra poco cumplidora, por la promesa rota de mi hermano, justo en el instante en que escuche su voz.

Subí entonces mi cara en una sonrisa rocinante y amplia que habría partido de envidia cualquier corazón, con los ojos brillantes como el sol y minimamente entrecerrados.

-¡Yuki!-

Le llame en un grito de alegría y heche paso rapido hacia el, hasta abrazarlo con fuerza.

-¡De verdad creí que lo habías olvidado!-

le restriego como reclámo, aunque no represora, más bien tierna y en un tono tan dulce que sé, no puede resistirse jamás.

-¿Nos Vamos ya?-

acomido tomandole el brazo en un cuestionamiento suave y jovial.